Mario Mejía Gutiérrez
Noviembre de 2005.
Resumen: Se mencionan algunos principios que soportan la ética de las agriculturas alternativas, constituyendo un tejido de valores: salud, justicia, solidaridad, identidad, libertad, dignidad, armonía, comunión con la sacralidad de la naturaleza, derechos de los animales y en general de todas las formas de vida, ética, política, religiosidad, reconocimiento de la diversidad cultural...
Introducción. En la promoción de las agriculturas alternativas han predominado las motivaciones económicas y ecológicas, degradando aquellas opciones de proyecto de vida personal y de proyectos de construcción social a meras artesanías o técnicas agrícolas. Así, la producción agrícola limpia ha venido a resultar inmersa en la ideología de la sociedad de consumo, dentro del pragmatismo gringo donde todo tiene que ser negocio, en beneficio de élites que a sus demás privilegios adicionan el de la comida sana. Ninguno de los alrededor de treinta maestros o paradigmas de las agriculturas alternativas elaboró discurso de tasa de ganancia, al menos los que surgieron entre 1900 y 1980.
El alimento no es una mercancía: es un derecho.
Durante diez mil años de invención de la agricultura, el hombre de campo ha construido derechos: los de acceder a la tierra, escoger el sistema de producción, las semillas, los insumos y usufructuar la producción. La historia recoge pavorosos episodios contra los derechos de los agricultores: desde las colectivizaciones socialistas, hasta la concentración moderna de la tierra en pocas manos y el diseño del mundo para el ganado vacuno, pasando por la expulsión de la gente rural mediante la mecanización y otras formas de violencia, por la imposición de semillas, de insumos y de procesos generados en la gran industria multinacional, y por la oligopolización de los grandes mercados de alimentos.
El proyecto monástico de San Benito de Nursia en la Edad Media, Siglo VI, priorizaba la autonomía alimentaria, al igual que el movimiento moderno de las ecoaldeas o ecovillas.
El principio de la dignidad desafía las consideraciones economicistas a favor de las ventajas de la comida importada barata, subsidiada.
Un país importador de comida es un país arrodillado, dependiente en lo más sensible de su autonomía.
Para los indios pimas el saguaro, cactus gigante, contiene el espíritu del niño; y así toman su vino en Junio, abriendo el ciclo de la oración.
En los Alpes, todavía se toca el cuerno para armonizar el ambiente, misma función de las abejas y por eso el apicultor se sitúa en una opción privilegiada hacia la espiritualidad de la agricultura.
En la cultura celta precristiana el grial estaba representado por el amplio platón campesino de madera donde se ofrecían al consumo los frutos de la tierra, simbolizando corazones puros, como culto a la fertilidad de la tierra. Y sobre esta base fue posible luego la leyenda de la búsqueda del grial de los celtas cristianos, finalmente solo al alcance de Galaad porque su corazón es puro.
Vicent van Gogh fue un descubridor de rutas de espiritualidad, poseído de sentimientos de ruralidad, asceta, orientalista, sensible hacia los pobres, participante en la vida miserable de los mineros belgas, monje budista a su manera, austero, esperando hasta el final de su vida a que su hermano vendiera su primer cuadro. Una de sus dos pasiones finales (la otra fue la pintura) el culto al campo, a la naturaleza, a los que viven de la naturaleza y mueren para regresar a ella. Van Gogh considera Los Comedores de papas como su obra maestra: la expresión de rostros campesinos en la penumbra alimentándose del trabajo de sus manos. El nacimiento de su sobrino Vincent le inspiró Los cerezos en flor, que le obsequió.
Es interminable la relación de rituales en todas las culturas, inspirados en el reconocimiento a la tierra, a la evocación de su fertilidad, al agradecimiento al alimento como don divino: los ritos eleusinos secretos, Hércules contra la hidra que representa las plagas de las cosechas, la fiesta hakaitiki hawaiana en honor de la producción y la paz representadas en la cosecha, el ritual del cerdo o de la tierra y de la tortuga o del mar en Vanuatu, los tracios tomando de los griegos a Artemisa, diosa de la tierra, cediendo a cambio al dios Midas, el del oro. Algunas tribus pielesrojas regalando la tierra después de la cosecha para nivelar la riqueza social. La sociedad inca garantizando a todos el acceso a la tierra, al alimento, al trabajo: “y hubo chicha para todos”, como dijo Cardenal. Los jubileos israelitas para rescatar la libertad de los obligados por deudas y redistribuir la tierra. Los mongoles, desnudos, revolcándose en la tierra, para recordar que al nacer recibieron de ella la energía vital.
Paradigmas como Mahoma, Francisco, Isidro, Cyrano, Juan de la Cruz, Thoreau, Gandhi, Gaudí, Lame, Taniguchi, elevando la relación con la tierra a categoría mística, y paradigmas de las agriculturas alternativas señalando la naturaleza, que no la ciencia, como verdad, como fuente primera y última: Fukuoka, Okada, Roger...
En esta categoría señalaremos en la línea de la apropiación privada de todas las formas de bienes, a través de múltiples instrumentos (patentamiento de formas de vida, tratados de comercio) que despoja al común de los bienes colectivos, solo dos asuntos de la cotidianeidad agrícola: una, la industria transnacional avícola de pollos de engorde y gallinas ponedoras, que ha cautivado a todos los agricultores del mundo, atándolos a afinidades como alimentos concentrados, fármacos y sistemas intensivos de manejo, abocándolos a riesgos como la gripa aviar; dos, la industria transnacional de semillas no naturales, de agroquímicos, de grandes máquinas, de nanoproductos, que se adueñó de la agricultura comercial del mundo, y que ha derivado al control de la humanidad por los oligopolios de los alimentos, a través de los supermarkets.
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